lunes, 28 de febrero de 2011

Capítulo dieciocho

Jake Brown dejó las llaves de su casa en el suelo para ir a desahogarse con su piano. A veces parecía que el instrumento era el único que lo entendía.
No quiso componer. No quiso tocar alguna de sus canciones. No se planteó el improvisar. ¿Estaba pasándole eso a él? Nunca, en su vida, había sentido tal vacío dentro.
Cuando era pequeño golpeaba con los puños las teclas del piano. Ahora no podía... le gustaba demasiado el instrumento como para romperlo.
El móvil, en un bolsillo, intentaba captar la atención de Jake. El tono de los mensajes era la voz de Jennyfer. Así decía: "¿Y te puedes imaginar lo que hay más allá? Fuera de todo, rompiendo fronteras... Los dos juntos. ¿Vale? ¿Quedamos en eso?". Él respondía: "Quedamos en lo que tú quieras". Ella se reía. Jake no podía resistirse a ese sonido... pero debía de ver el mensaje.
"No puedo salir de casa. Io e te 3MSC... Sé que no te gusta mucho, pero yo me siento así cuando estoy contigo. Jen".
Era una señal de socorro. Fue a rescatarla con helado de chocolate y un pequeño regalo que le había comprado hacía poco tiempo. Cogió el coche y en menos de veinte minutos estaba en la puerta de su chica. Fue hacia el jardín, trepando por unas escaleras que llevaban a su casa del árbol. Entonces, le escribió: "Cómo lo sabes. Te dejé una sorpresa en tu escondite por la mañana... ¿tre metri sopra il cielo, dices?"
Se escondió un poco. Unos pasos se oían, estaba subiendo. Sabía que era ella, nunca se había visto forma más dulce de subir escalones... pensaba el cantante.
Encontró el helado. Y el regalo. Se tapó la boca con una mano, empezando a llorar. Era suyo. Sonrió.
—¿Te gusta?— preguntó el joven, saliendo de su escondite.
Ella, limpiándose las lágrimas con una mano, sonrió. Le abrazó, sin querer que se fuera.
—Me gusta— le besó en la mejilla—. Gracias. Eres perfecto.
—Calla.
Acercó la cara de la chica a su pecho, para que pudiera escuchar el latir del corazón que le pertenecía. Ella suspiró. Tarareando una canción, logró tranquilizarla.
—¿Te gusta de verdad?— repitió él.
—Me encanta. Me encantas— añadió ella. Los dos sonrieron.
El concierto de Jason Mraz. Pases VIP. Para su princesa.
—I'm Yours— le recordó Jake.
No pudo resistirse a un beso suyo. Porque, sencillamente, nunca podía. Y ella lo sabía, por eso se aprovechaba. Pero a Jake le parecía que era la tortura más tierna que había experimentado. Y, poco a poco, el vacío de su corazón se iba llenando... aunque aquello era un sueño, y dentro de poco tendría que despertarse... o moriría soñando y sin poder despedirse de tanta gente a la que echaría de menos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario